Escultura. Características, evolución y principales autores y obras.
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El Quattrocento:
El primer gran escultor enteramente
renacentista es Lorenzo Ghiberti, que inicia su estilo con muchas
supervivencias formales del mundo gótico internacional. En 1402 vence el
concurso para la ejecución de las puertas del Baptisterio de Florencia.
Distribuidas aún al modo gótico, como las que precedentemente había hecho
Andrea Pisano, con veintiocho medallones lobulados, que encierran unos pocos
personajes, muestran, sin embargo, una novedad considerable en la perfección
anatómica y una gran originalidad en las orlas decorativas. En 1425 se le
encarga la otra puerta del Baptisterio, llamada Puerta de la Gloria, que
decide organizar de modo totalmente distinto, con diez grandes recuadros
rectangulares con escenas de compleja composición con muchos personajes,
tratadas de modo casi pictórico, dando gran volumen a los elementos del primer
término y apenas cuerpo a los de la lejanía, aplicando a la escultura recursos
de perspectiva.
El escultor más importante del
“Quattrocento” florentino es, sin duda, Donatello. Él es el creador del
estilo del Renacimiento pleno, oscilando entre la búsqueda del equilibrio
clásico y la belleza, y el cultivo de un cierto expresionismo, que apoyado en
la realidad, acentúa los valores dramáticos. Su motivo fundamental es lo
humano, estudiando al hombre desde la infancia, hasta la vejez, no perdonando
ninguna de las deformidades de la edad. Son sus figuras juveniles las más
típicas del artista, especialmente sus versiones de David, de gracia y
delicadeza extremas. El San Jorge, en pie, armado, sólidamente plantado,
es la representación de la plenitud viril. En sus relieves, la sutileza técnica
en el modo de tallar el mármol o de preparar el fundido del bronce, obtiene
efectos de gran refinamiento. Donatello realiza además una de las primeras y
más importantes estatuas ecuestres de todo el Renacimiento, inspirándose en el
Marco Aurelio romano: la del “condottiero” Gattamelata, primera estatua
en honor de un guerrero del mundo moderno. También hizo en alguna ocasión
escultura en madera policromada, apoyándose en la tradición gótica, y
acentuando rasgos expresivos de fuerte verismo que no rechazan la
representación de lo feo y lo deforme.
Otros artistas de gran valor son Luca
della Robia, introductor del barro vidriado, y Verochio, con su Condottiero
Colleone.
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El Cinquecento:
En lo estrictamente formal, las
delicadezas cuatrocentistas y el amor al pormenor menudo, van a ceder el paso a
una grandiosidad monumental y simplificadora. El relieve plano y sutil casi
desaparece y se prefiere el bulto redondo y el tamaño superior al natural.
La Toscana tiene su más
impresionante representación en Miguel Ángel. Su obra es variada y
compleja, desde la poesía hasta la arquitectura o pintura, pero sobre todo la
escultura. Toda su vida transcurre tras la búsqueda del ideal de belleza.
Utiliza casi siempre el blanco y compacto mármol. Las figuras de Miguel Ángel
son siempre grandiosas; son el arquetipo de hombre.
Realiza sus primeras obras bajo la
protección de los Médici. Esta primera parte de su obra es aún clásica, como lo
demuestra la Batalla de los Centauros. Después marcha a Roma, donde
esculpe su primera Piedad, la de San Pedro del Vaticano, pero la obra
más significativa de este momento es su David. La obra que más intereso
a Miguel Ángel fue el mausoleo que Julio II le encarga en vida. No pudo
terminarlo, pudiendo solamente esculpir el Moisés y otras figuras, entre
las que destacan “Los Esclavos”. En los últimos años de su vida, su
espiritualidad le lleva a verdaderos arrebatos religiosos y se siente atraído
por el tema de la Piedad. Las de ahora son dramáticas, como podemos observar en
su última obra: La Piedad Rondanini.
Con Miguel Ángel, el equilibrio
entre forma bella y movimiento expresivo se romperá a favor del movimiento, lo
que será una constante en el Barroco. En adelante el Manierismo tomará
esta vía como vehículo de la nueva expresividad.